Contenido 18+

18+ significa contenido Adulto. La vista del contenido en esta comunidad podría no ser adecuada en algunas situaciones.

Las publicaciones de esta página pueden contener imágenes, referencias o historias explícitas.

La vuelta de Nahuel. Segunda Parte.

Escrito por: perruskens

ÉSTE ES UN RELATO DE FICCION INSPIRADO POR MI DUEÑO, MI AMO Y SEÑOR NAHUEL (AMO BISEXUAL) Y DEDICADO A ÉL.

Poco después sentí el ruido de un portón que se abría, el auto se puso nuevamente en movimiento y entramos. Me abrió la puerta del auto y me dijo que bajara gateando y permaneciera en esa posición, como si realmente fuera un perro, y al bajar pude ver a un joven de espaldas cerrando el portón de entrada del garaje.

Nahuel también había bajado y se encontraba de pie al lado mío, cuando el joven se acercó y postrándose ante Él, besó su calzado. Era, sin duda, uno de sus esclavos. Nahuel le indicó que me llevara “a la mazmorra” y me dejara encerrado allí, y se fue por una puerta lateral, mientras yo seguía al pibe hasta el fondo del garaje para después bajar una escalera.

Hacía mucho que no andaba a gatas, y no me resultó fácil bajar de esa manera por la escalera, que por suerte era corta. Al final de la misma había una puerta de metal cerrada con una gruesa traba.

Al llegar allí, el pibe, que no me había dirigido la palabra en ningún momento, comenzó a quitarme la ropa, hasta dejarme completamente desnudo. Mientras me desnudaba pude mirarlo bien, parecía estar llegando a los 30 años, 1, 80 aproximadamente, es decir un par de centímetros más que Nahuel, pelo negro y ojos café intenso, rostro interesante; y al estar inclinado sobre mí también pude ver la cadena con un candado que le colgaba del cuello, y que llevaba una chapa que decía “perro david”.

Ni bien quedé completamente desnudo, david abrió la puerta, me hizo pasar y me dijo que permaneciera a gatas o me echara en el piso pero que no se me ocurriera ponerme de pie, y volvió a cerrar la puerta con la traba. Hubiera querido decirle que tenía la suficiente experiencia como esclavo como para saber que no podía ponerme de pie si mi Amo me había dicho que anduviera a gatas, pero Nahuel también me había prohibido hablar, así que permanecí en silencio.

Quedé así, encerrado y desnudo, en el sótano de lo que suponía era la casa de Nahuel, que ni sabía donde quedaba. Estaba completamente a su merced y yo mismo le había dado carta libre para hacer conmigo lo que quisiera, a pesar de que me había advertido que si volvía a ser su perro, me iba a tratar en forma mucho más dura que en los viejos tiempos; me había vuelto a entregar a Él libremente, por la necesidad que sentía de pertenecerle y basándome en la confianza que le tenía, pero habían pasado casi seis años desde que me había liberado y más de cuatro sin verlo … y la gente puede cambiar con el tiempo.

Empecé a preocuparme al pensar eso, pero intenté sacarme esos pensamientos de la cabeza y me dediqué a investigar las carácteríscas del lugar donde me encontraba. Eso hasta donde me lo permitía la penumbra, ya que sólo se filtraba una tenue luminosidad desde una claraboya que daba al garaje.

Cuando mis ojos se fueron acostumbrando a la falta de luz, pude advertir que me encontraba en una habitación de unos 6x4 metros, donde había diferentes elementos de dominación y tortura: un cepo de madera, una cruz en equis, cadenas, grilletes, variedad de látigos e implementos de castigo colgados en las paredes, dos jaulas lo suficientemente grandes como para que entrara una persona, el clásico sling colgando del techo … Todo lo fui recorriendo, siempre a gatas, y al acercarme a las paredes pude ver que había varios espejos y también que estaban recubiertas con materiales para insonorizar el ambiente: ningún ruido saldría de allí.

La espera se me hacía larga y estaba cansado, así que busqué un lugar adonde echarme a descansar, y me metí en una de las jaulas, donde me quedé dormido. No tengo idea de cuanto tiempo habría pasado, no creo que fuera mucho, cuando me desperte sobresaltado porque la habitación se había iluminado en forma intensa, y escuché como corrían la traba de la puerta.

Entró david acompañado por otro chico, y detrás de ellos Nahuel seguido por dos minas. Sólo Nahuel estaba vestido, con una bermuda y una remera musculosa, y tenía también el pelo húmedo, y el rostro fresco, por lo cual supuse que acababa de ducharse; los otros, que evidentemente eran los cuatro esclavos que me había dicho que tenía en su casa, estaban desnudos.

Ni bien entró, Nahuel me miró, se sonrió al verme en la jaula y dijo

El perro ya buscó su lugar para echarse, pero ahora lo voy a poner en uno menos cómodo. Sáquenlo y llévenlo a la cruz.

Después de eso, los dos chicos se dirigieron a la jaula, mientras que las pibas permanecían junto a su Amo -evidentemente ya tenían una mecánica preestablecida para este tipo de tareas-, y me sacaron en vilo. Lo hicieron sin aparentar ningún esfuerzo, evidentemente era muy fuertes y estaban acostumbrados a realizar tareas físicas. Me sujetaron a la cruz, frente a la mirada atenta de Nahuel, que permanecía en silencio, y después de hacerlo volvieron junto a Él, que comenzó a hablarme nuevamente.

Perro, estás donde quisiste estar, pero lo que te espera no va a ser nada fácil para vos. Y sabé que si se te hace muy duro y te querés echar atrás, por más que supliques te voy a liberar sólo si yo quiero, yo no te pedí que te entregaras, lo hiciste por tu cuenta, suplicándome y ahora te vas a atener a las consecuencias. Estos que ves van a ser tus compañeros de canil, pero ellos ya forman parte y vos sos sólo un aspirante, ya que perdiste el lugar que tenías a mis pies. Si te ganás el derecho, te voy a poner un collar como el que llevan ellos, por ahora te vas a conformar con éste ¿lo reconocés?

Al decir esto último, se acercó y me mostró un pequeño collar de cuero que acababa de sacar de su bolsillo. Le contesté de inmediato.

Parece ser mi viejo collar, Amo. Es tu viejo collar. Lo conservé en parte como recuerdo, pero también porque pensaba que en algún momento te lo iba a poner de nuevo y me iba a dedicar a amoldarte en forma definitiva … y ahora llegó ese momento.

Me colocó el collar y siguió hablando, dirigiéndose primero a sus cuatro esclavos, y después hacia mí.

Eso que ven allí se llama guillermo afuera, yo le decía perruskens pero ahora estoy viendo que nombre le voy a dar, quiero que tenga en claro que nada va a ser como la vez anterior, por el momento es sólo un perro sin nombre, el último objeto de lo casa. Y ellos son sofía, belén, david y mariano, pero entre ellos se llaman por los nombres que yo les dí y que llevan en las chapas de sus collares. Ya te vas a ir enterando de cuales son y además por el momento no necesitás saberlos porque sigue rigiendo la prohibición de hablar salvo para responder mis preguntas, y no vas a poder dirigirte a ellos.

Mientras Él hablaba y los nombraba, yo los iba observando. Las dos chicas, muy lindas de cara, buen cuerpo, grandes pechos y culos -los gustos de siempre de Nahuel, pensé- y ambas de piel muy blanca y ojos claros, no parecían tener mucho más de veinte años. Tenían ambas una estatura similar, Nahuel les llevaba unos 15 cms. En cuanto a los varones, ya he hablado de david, ahora desnudo podía ver que tenía un cuerpo delgado y fibrado, y el otro chico, muy bajo, apenas si pasaba de 1, 60, era rubio y de ojos celestes, y un rostro andrógino que contrastaba con su cuerpo atlético. Los dos chicos llevaban colocados sendos cbt en sus penes, que impedían la erección. Fuera de eso, los cuatro no tenían sobre sus cuerpos otra cosa que los collares de esclavo, con los correspondientes candados. También pude advertir que en las paredes de la habitación había varios retratos de Nahuel, seguramente para que quienes estaban en la mazmora no olvidaran nunca por voluntad de quien se encontraban allí. Y había varias cámaras colocadas en lugares estratégicos, una de las cuales apuntaba directamente hacia mí. Pero por supuesto mi atención se centraba casi exclusivamente en el propio Nahuel, ya que la musculosa que vestía me permitía apreciar sus hombros torneados y sus brazos musculados, en eso el cambio era notorio respecto de los viejos tiempos. Y sus piernas, que siempre habían sido impresionantes, también habían mejorado. Ansiaba que llegara el momento en que me otorgara el privilegio de tocar ese cuerpo o por lo menos de verlo desnudo, para lo cual también debía estar atento a todo lo que me dijera. Y por eso lo que observaba no me impedía seguir prestando atención a sus palabras, ya que Él seguía hablando.

Esta vez no voy a perder tanto tiempo en tu entrenamiento como la vez pasada, tengo más ocupaciones y vos me resultás menos importante, sólo te voy a ir indicando las pautas y voy a estar al tanto de tus pasos, para disciplinarte y corregir tus errores y quizás también te use de otras formas o te castigue por diversión. Pero de tu supervisión directa se va a encargar alguno de mis perros. Cuando llegue a estar suficientemente satisfecho con tu actitud, sí te voy a empezar a utilizar más intensamente, te voy a dar el collar definitivo, y también te voy a marcar … muéstrenle sus marcas.

Ni bien dijo eso los cuatro se acercaron hacia mí con sus brazos derechos extendidos, mostrándome sus tatuajes, que decían “PERRO” o “PERRA” -según su sexo, obviamente- en letras mayúsculas, y después, en caracteres más chicos, “propiedad de Nahuel Speer”; también tenían otro tatuaje en sus espaldas, que recordaba a las marcas del ganado, con las letras mayúsculas “NHL” -las consonantes del nombre de pila del Amo- encerradas por una cadena en forma de círculo y las palabras “cabaña-corral-establo”, en letras pequeñas rodeando la cadena.

Ellos eran animales, como ganado de Nahuel, aunque los asimilara a perros y no a ganado vacuno, lo de la espalda estaba claro; y lo del brazo aún más, pero me llamó la atención que el tatuaje estuviera en un lugar tan visible. Sin embargo las palabras Nahuel en seguida me aclararon la cuestión.

El tatuaje en el brazo está en un lugar visible, porque mis esclavos tienen que estar dispuestos a humillarse por mí, y a asumir su condición ante quien sea. Tienen que sentir orgullo de que todos sepan que me pertenecen y que yo los considero mis perras o mis perros. Ese es otro punto que los diferencia de mis otros sumisos y, junto con su entrega total e incondicional y absoluta, les da el privilegio de vivir en mi casa y poder estar constantemente a mi servicio. Vos aceptaste mi poder absoluto sobre tu persona, pero estás a prueba y antes de que te coloque el collar definitivo vas a tener que aceptar también esa inscripción en tu brazo y a aprender a enorgullecerte de que la vean. A cada uno de ellos lo hice marcar el mismo día en que le puse el collar, pero en tu caso no va a ser así, porque me fallaste una vez, y por eso todo va a ser mucho más difícil para vos.

En ese momento Nahuel hizo un gesto, y los cuatro retrocedieron hacia donde Él se encontraba. Las dos minas empezaron a acarciarlo y besarlo, mientras Él manoseaba sus culos y sus tetas; David se postró a lamer sus pies, y el otro pibe se arrodilló y comenzó a chupar su verga. Estaban muy bien entrenados, obviamente, con un gesto había bastado, no hizo falta que Él pronunciara palabra; además, los envidié profundamente al ver como eran usados por su Amo. Pero ver toda la escena, con Nahuel en el centro, mientras yo estaba amarrado a la cruz y a su merced, me calentó al mango … yo estaba desesperado y dispuesto a someterme a cualquier prueba, a cualquier cosa que Él quisiera hacerme.

Ellos son mis animales, mi casa es su corral, y los uso como quiero. No los considero personas porque han renunciado a cualquier derecho frente a mí, pero tené en claro que vos, mientras no tengas el collar de metal, vas a ser menos que ellos, el último sorete de la casa, una mierda. Vas a aceptar lo que te hagan y a obedecer lo que te ordenen.

Siguió un rato en silencio, disfrutando de sus perros y, seguramente, también del hecho de tenerme a mí en esa situación. Lo conocía lo suficiente para darme cuenta que no estaba buscando tomarse revancha ni estaba resentido conmigo: yo no valía tanto como para eso, y a Él le importaba todavía menos de lo que podía valer.

Simplemente estaba comenzando a amoldarme de nuevo, como lo había hecho la primera vez, y ahora pensaba sin duda hacerlo a fondo. Partía además de una base más firme, ya que a Él se lo veía mucho más seguro que antes -me había dicho en mi departamento, unas horas antes, que ahora era mejor domador-, todo iba a ser en su propia casa rodeado del resto de sus perros, y yo ahora, después de los años de añorarlo, ahora estaba dispuesto a llegar a lo que fuera sin que ninguna relación personal me lo impidiera.

Nahuel hizo otro gesto y los cuatro se pusieron de rodillas con sus bocas abiertas para que Él pudiera mear dentro, pero ninguno de ellos lo tragó del todo, sino que conservaron una buena cantidad dentro de su boca.

Entonces Él me miró y me dijo que abriera mi boca y me preparara para tragar, y después cada uno se fue acercando y escupiendo el meo dentro de la mía. Por primera vez en muchos años estaba tomando nuevamente el meo de mi Señor, pero ahora lo recibía como escupida de sus perros.

Cuando terminaron de darme el meo, pude ver nuevamente a Nahuel, que ahora empuñaba un cat de ocho cuerdas de cuero trenzado, y se acercó mostrándomelo

¿Lo recordás? No es el mismo, pero sí similar al que vos me habías regalado para uno de mis cumpleaños. Aquel lo utilicé bastante, este es más nuevo y está mejor hecho. Con el que vos me regalaste nunca te azoté de verdad, como te dije fui demasiado blando con vos en esa época, pero éste tu espalda lo va a padecer a pleno.

Dio la vuelta a la cruz y se colocó detrás mio. El pibe bajito lo siguió gateando y una vez allí pude ver a través de los espejos como nuevamente comenzaba a chuparle la pija como antes, mientras las dos minas comenzaban a besarse y a acariciarse, en una escena lésbica, con David arrodillado chupando sus conchas.

Nahuel las miraba fijamente, calentándose con la escena, mientras estiraba las cuerdas del cat, preparándose para utilizarlo; y después de unos instantes, sentí el primer latigazo. Es cierto que habían pasado muchos años, pero no recordaba haber sentido nunca un dolor comparable al ser azotado, y me arrancó un grito, pero Él no le dio ninguna importancia y continuó castigándome.

Yo por mi parte, superada la sorpresa del dolor intenso, ya estaba mentalizado para soportar lo que siguiera y a partir de allí, evité gritar, aunque no pude suprimir del todo los gemidos de dolor y no intenté en ningún momento disimularlo en las expresiones de mi cara.

La vuelta de Nahuel. Segunda Parte.

Xtudr is the ultimate gay fetish chat. Easily find thousands of guys in your city who share your same interests and enjoy sending and receiving live messages.

The No. 1 dating network for men offers you a quick, easy, and fun experience with which you can meet a lot of new people like perruskens.

With Xtudr you can:

- Create a profile with your photos and add your preferences.

- View the profiles and photos of other users.

- Send and receive messages without limits.

- Use the search filters to find your soulmate.

- Send and receive Taps to those who like you the most.

Sign up for the most popular fetish and BDSM app and start your adventure.

https://www.xtudr.com/en/relatos/ver_relatos_basic/31235