Primeras aventuras con Pablo I: Desvirgado en la ducha

Written by: mañoenmadrid

Los hechos que a continuación voy a narrar ocurrieron cuando tenia algunos años menos de los 18. Yo era un chico tímidillo que hacía natación, yo no competía pero iba con algunos chicos y chicas que sí lo hacían, por lo que el monitor no entrenaba a todos para ello. Pablo, un compañero de 19 años, era un chico que llevaba a todas las chicas de calle por su aspecto físico tan viril y atlético, con dedicarte una mirada con aquella mirada seductora y profunda era capaz de tener a sus pies a quien se propusiera. Yo, por mi parte, me gustaba pasar desapercibido debido a mi relativa timidez. Yo, por el contrario, debido a los años de diferencia, no estaba ni por asomo como él, pero no me importaba. Eran mis inicios tambien viendo porno pero las pajas que me hacia cuando fantaseaba con Pablo eran inigualables.

Un día, en el vestuario, después del entrenamiento, estábamos Pablo y yo hablando cuando los otros compañeros ya desaparecían por la puerta. Pablo estaba con el bañador, al igual que yo, pero no pude evitar fijarme en su paquete. No es que no lo viera así antes, pero es que este día se le notaba empalmado y se le marcaba un buen paquete. En ese momento Pablo reparó en mí. Me vio mirándole embobado el paquete con los labios semiabiertos, perdido en mi mundo de pensamientos. Transcurridos unos segundos que se me hicieron eternos, me di cuenta que Pablo se acercaba despacio a mí. Se paró a unos centímetros delante mío, me miró fijamente sonriendo y susurrándome al oido me dijo que le acompañara a la ducha.

Entramos a la ducha, yo primero seguido de él. Cerró la puerta de la ducha. Como estaba de espaldas a él, me dio la vuelta y nuestros labios casi se rozan. De repente, echó un poco atrás la cara, y mirándome llevó uno de sus dedos a mis labios. Lo metió entre ellos mirándolos con deseo, mientras llevaba mi cabeza a la puerta. Yo comencé a chuparlo mirándole a la cara aprisionándolo en mis labios.

Acto seguido nos fundimos en un apasionado beso. Al separarnos, nos miramos lascivamente. Coloca sus manos en mi cintura descendiendo hacia mi culo, metiéndolas por debajo del bañador. Mientras, yo muerdo su labio inferior antes de que nuestras lenguas se mezclasen. Tras unos minutos de besarnos y fundir nuestros cuerpos, Pablo tiró de mis hombros hacia abajo para que me arrodillase y me pidió que le comiera la polla. Puse mis rodillas en el suelo y miré esa palpitante polla que iba a reventar el bañador. Era enorme y gorda, alrededor de 20 cm, con unos huevos colgando que invitaban a comérselos. Estaba extasiado e instintivamente mordía mis labios. Lo mire a él, y haciendo caso a su invitación, mordí su polla por encima del bañador. Tras unos segundos, liberé aquel mástil que rebotó en mi cara. La agarré mirándole y me di con ella en la cara, disfrutando de aquel miembro de carne en mi cara. Él divertido, decidió agarrar su rabo y me dio varios pollazos en mi cara hasta que, aprovechando que tenía la boca abierta la metió dentro. Recorrí con mi lengua su frenillo y su capullo completamente mientras mis labios lo apretaban. A él debía de estar gustándole porque se le escapaban jadeos de placer. Continué chupando torpemente su polla intentando imitar todo el porno que había visto, que no era poco precisamente. Continuaba descendiendo por aquel manjar que tenía delante, apretando su polla en mis labios mientras mi lengua recorría su tronco. Cuando me había tragado casi completamente su polla me vino una arcada que a Pablo parecía divertirle. Agarró mi cabeza con ambas manos y empujó su rabo dentro. Aguanté ahí unos segundos que para mi sorpresa disfruté enormemente. La sacó de golpe dejando un hilo de saliva que colgaba de su polla hacia mi cuerpo. Empezó a darme pollazos mientras yo la miraba con deseo intentando metérmela de nuevo en la boca. Él estaba muy excitado, sin parar de decirme guarradas del tipo – Te gusta mi polla, ¿eh zorrita?, trágatela entera-. Y acto seguido me agarraba la cabeza y comenzaba a follarme la boca ignorando mis arcadas. Recuerdo que en algunos vídeos veía ese tipo de escenas algo humillantes, pero ahí descubrí que me encanta que me dominen así.

Tras un rato, me levantó por los hombros y nos dimos un apasionado beso. Le dije que nunca me habían follado pero que estaba deseando que me follase bien fuerte. A él se le iluminó la cara y acarició fuertemente mi ano. Con sus brazos me empujó la cabeza contra la pared de la ducha y me puso a cuatro patas. Me masajeó el culo sujetándome los cachetes del culo con sus fuertes manos separándolo. El agua me caía justo en la nuca. Pronto empecé a notar una sensación indescriptible en mi ano, me lo estaba comiendo y el placer era inmenso. Se me empezaron a escapar los gemidos, que trataba de contener en la medida de lo posible para que no nos descubriera nadie. Tenía un dominio de la lengua que era inevitable que no parase de mover el culo, acercándolo mas a su cara hasta que no pude más y le pedí que me follase. Me miró con deseo, y me dijo - te voy a reventar zorra-. Estaba deseando recibir su polla, aunque estaba nervioso. Sentí como me escupia y comenzaba a metérmela. Intente contener un grito mordiéndome la mano, pero él continuó metiéndomela hasta que la tuvo entera dentro. Se quedó quieto ahí dejando caer su cuerpo sobre el mío dándome besos en el cuello. Poco a poco comencé a sentir placer y le pedí que me follase. Empezó un metesaca que me dejaba sin respiración. A los minutos del vaivén me dio un par de nalgadas y tiró de mi pelo llevando mi cabeza hacia atrás mientras me follaba.

No me lo podía creer, estaba disfrutando como un loco al ser sodomizado como una puta. Estábamos al borde del orgasmo, por lo que Pablo me dio la vuelta tumbándome boca arriba sobre el frío suelo de la ducha. El agua había parado de correr hacía tiempo. Comenzó a pajearse rápidamente frente a mi cara mientras que yo hacía lo propio. Me pidió que abriese la boca y le mirase como la zorra que era y comenzó a correrse sobre mi cara como un loco sin parar de lanzarme trallazos, conté hasta seis. Yo al sentir sus lefazos calientes recorriendo mi cara me corrí a la vez. Luego me repartió con su rabo la leche por mi cara llevándomelo a mi boca y nos fundimos en un apasionado beso con su leche de por medio.

Nos duchamos durante el tiempo que nos besábamos y al salir del vestuario me dijo de ir a su casa, que vivía al lado para reponer fuerzas. Yo encantado, acepté.

Continuará...