BITÁCORA 2. LA PRIMERA SESIÓN (continuación)

Escrito por: MasterBite

En realidad no dejé a Luis tanto tiempo sólo, me fui a comprar unas cosas al súper y regresé después de unos minutos pero fue tiempo suficiente. Estando atado de pies y manos, en una posición incómoda, con una correa apretándole el cuello y los ojos vendados, ese rato debió parecerle eterno, justo lo que quería que le sintiera.

Cuando regresé me bajé el pantalón y me senté frente a él de manera que mi verga quedara frente a su cara. Inmediatamente empezó a olfatear, percibiendo el olor de su Amo, como hace un buen perro.

Le ordené que se tragara toda mi verga pero con los ojos cubiertos no vio que me moví hacia atrás, a una distancia apropiada para que alcanzara a chupar el glande pero no para que se la comiera toda. Cuando sintió el sabor de mi pene en la boca empezó a buscar la manera de chuparlo completo, con la misma ansia que un cachorro recién nacido busca mamar. Mientras, yo lo veía luchar con sus ataduras, pujando, sudando por el esfuerzo sólo para cumplir mi orden de tragarse mi verga; no sé cómo lo hizo pero estiró el cuello lo más que pudo y logró alcanzarme, y ya que tenía mi verga en la boca lo sujeté del cabello y jalé su cabeza hasta que lo atraganté, cosa que -para mi placer- aguantó más tiempo del que esperaba.

Cuando empezó a sentir arcadas me levanté y antes de liberarlo se me ocurrió darle una muestra de todo lo que iba a experimentar como mi esclavo (un poco de placer y un poco más de dolor), por fin había dejado de verlo como mi amigo completamente. Le hice cosquillas en los pies, le di pellizcos y golpes en todo el cuerpo, le escupí, le metí algunos dedos en el culo y le apreté las bolas hasta que no aguantó el dolor, al fin y al cabo ya me pertenecían.

También le decía cosas que otras personas considerarían insultos, pero que él sabía que en su caso eran verdad, le gritaba "Eres un maricón, un puto que no vale nada. Eres un cerdo porque ningún hombre de verdad le daría el culo a otro ni se sometería como tú".

Luis aguantaba en silencio, por fin su deseo de ser un esclavo se estaba volviendo realidad y alguien lo trataba como se lo merece. Lo desaté, le aflojé el collar y le ordené que me vistiera, pero antes de ponerme los zapatos debía besar mis pies. Hizo todo lo que le pedí y quedó frente a mí, de rodillas, mirándome, esperando su siguiente orden.

Lo miré y dije -Todo lo que sentiste hoy es lo que te espera si vas a ser mi esclavo. Tuviste suficiente tiempo para pensar, ¿qué decidiste, me vas a servir?

-Sí.

Le di una bofetada -Se dice "Sí Amo"

-Sí, Amo.

"Y cuando recibas un golpe me lo vas a agradecer puto, ¿entendido?", dije, pegándole en la cabeza

-Sí, gracias. Así está mejor?

La respuesta no fue la que esperaba, recibió otra bofetada, más fuerte que las anteriores

-Cada que te dirijas a mí me vas a decir Amo o Señor, o vas a recibir un golpe hasta que no se te olvide decirlo, entendido?

-Sí, Señor

-Eso está mejor. A partir de hoy eres mi esclavo, sumiso y obediente, vas a ser entrenado para servirme como yo quiero. Ahora vístete y lárgate...