Al fin y al cabo, creo que me va a gustar el fútbol y todo (I)

Escrito por: NiñatoCabron

-Tú sabrás lo que haces.- dije intentando sonar indiferente.- pero como luego te pegues la hostia padre, te vas a llevar otra.

-Asumo las consecuencias, gracias. Pero por favor, confía en mí. Además que estamos a miércoles, me queda mañana todavía, me dará tiempo a repasar.- dijo él intentando relajarme.

Fuimos a ver el partido como me pidió, no sé si mereció la pena pero al menos se divirtió y disfrutó en el bar. No entendía muy bien cuál era la gracia de ver monigotes a los que a penas se les podía diferenciar los unos de los otros corran tras una pelota e intenten marcar gol en la portería contraria.

Para él, que era blanco hasta la médula, fue un partidazo. Real Madrid 3 - 0 Borussia. Para la semifinal quedaba un partido todavía pero bueno, fue un buen partido. Comentaba cada gol con un ímpetu… Bale, Isco, Cristiano…

Estaba exaltado como pocas veces le veía. Él es así, tranquilo, relajado, calmado, diplomático, pero cuando hay una pelota (o un par de pelotas) de por medio cambia a un ser vehemente, irracional y a veces iracundo.

No había necesidad de que yo fuera con él, pero me apetecía verle y hacer algo juntos ya que hemos estado ambos ocupados con exámenes y cosas de la universidad. No os confundáis, no somos pareja, somos "amigos" con derecho a roce y a mucho más. Vale, ya sé que es raro, pero es difícil ponerle una etiqueta concreta cuando mezclas un poco de tu vida social con tu vida íntima y sexual "BDSMera".

"Ojalá suspenda" pensé para mis adentros. Así aprende a hacerme caso y de paso le puedo putear con razón. Sé que desde mi posición tengo libertad de maniobra para hacer casi cualquier cosa, pero es mejor castigar con razón antes que hacerlo sólo y exclusivamente para satisfacer un deseo sádico.

Me acerqué a él, pegué mi boca a su oído para decirle que no sea muy golfo y que me piraba. No me hizo mucho caso. Me quería ir pronto para no tener que verle en decadencia demasiado tiempo. Se cogió una buena en el bar. Ya estaban sus amigos para cuidarle, así que tampoco tenía que preocuparme por su integridad física y además, tampoco sería la primera vez que le dejaba en este estado por allí suelto.

Al día siguiente, me llamó a eso de las 5 de la tarde un jueves para preguntarme que por qué me había ido tan pronto y si estaba enfadado porque él fuera de fiesta tras el partido.

-Para nada, simplemente tenía ganas de irme y dormir, tenía clase hoy. Para mantenerme en la excelencia hay que sacrificarse un poco. No soy ninguna novia psicótica tranqui, no me enfado por esas cosas. ¿Te acabas de levantar?

-Sí, me pillé una buena y la verdad que no me acuerdo de mucho después. Pero el partido fue la hostia. Qué pena que no vinieses ayer, aunque mis amigos decían que estabas muy serio y eso. Lo típico en ti para estas ocasiones.

• Bueno, no les tengo que gustar a ellos. Y de hecho no tengo por qué gustar a nadie- dije riendo.

-A mi me molas aunque seas un borde a veces. Tío estoy molido ahora pero ¿esta noche te pasas por casa?

-Tienes ganas de sentirte una zorra o ¿qué?

-Ayer solo me faltó engancharme a tu rabo para tener una noche perfecta.

-Anda payaso, ponte a estudiar que como catees te vas a enterar.

-Buff! Vale. Hablamos esta noche.

No fui esa noche, no soy su consolador, que le quede claro. No me gusta malacostumbrarle a ese tipo de peticiones. Nuestra relación no es excesivamente rígida porque no nos gusta a ninguno hacerla demasiada artificial. Ambos coincidimos que así cobra mayor realidad y así es como queremos disfrutarla. No obstante los roles si que están muy marcados, él sabe quién soy y así actúa conmigo. Yo sé lo que es y le trato como tal. Somos sutiles, nadie sabe explícitamente cuál es el rollo que llevamos pero se nota que hay uno que lleva los pantalones en la relación.

El fatídico viernes llegó finalmente. Me estaba esperando a la salida de la escuela. Es raro que esté por Ciudad Universitaria, pero allí estaba. Se le veía un poco raro, como nervioso. Vamos que había suspendido de fijo el examen y efectivamente, lo dejó casi en blanco. Cuando me acerqué y le miré a los ojos, me devolvió una sonrisa algo forzada. Él sabe lo estricto que soy con sus resultados académicos, me mola codearme con los mejores.

En el fondo no me sentía del todo mal. Me sentía feliz y deseaba putearle para recordarle este fallo y hacer que “recapacite” forzosamente. Le miré con desprecio y le dije que era un mierdas. Es todo cuanto pude decir de forma convincente, pero fui sincero. Es un mierdas por no cumplir su palabra y más mierdas aún por fallarme cuando deposité mi confianza en él.

Le dije que le vería esa noche en su casa, que ya vería lo que hacíamos. Un problema que tengo a veces es que me cuesta innovar en las putadas que le hago. No me mola recurrir siempre a lo fácil, es más divertido cuanto más sofisticado y más conflictos internos cree dicha “prueba”. Iba en el autobús pensando en las mil y una maneras que podría castigarle. No lleva muy bien el dolor, así que creo que debería estar enfocado en ese sentido el castigo: ¿15 azotes por cada punto que le falte para el 10? ¿10 min con un peso de un 1kg colgando de sus pelotas por cada punto en el examen? No sé, no sé, quizás: ¿no ver más partidos de fútbol hasta que recupere ese examen? ¿tantas patadas en los genitales como goles marcó el miércoles el Madrid? Humm…

Es difícil cuando tienes que decidirte por algo y no sabes porque hay tantas opciones válidas para un mismo problema y casi todas son igualmente eficaces. Fue llegar a casa y se me hizo la luz, fui corriendo a por la caja, allí estaba, todavía intacta, totalmente nueva. Ya era momento de que le diera un uso a mi última adquisición, cogí el móvil y saqué una foto de su interior.