LOS CUATRO I - Gonzalo y Simón se conocen

Escrito por: CUBASTURIAS

Este relato es continuación y convergencia entre dos relatos anteriores:

• Zamir y el camionero (Simón)
• Ramón (que escribí hace dos meses, Ramón vive con Gonzalo)

Ambos, Ramón y Zamir, son jóvenes, sin ninguna pluma, pero desde siempre les han gustado las pollas. Después de vivir cada pareja un tiempo juntos Gonzalo conoce por su trabajo a Simón, y luego se conocen los cuatro.

...

Pasaron unos seis años. Ramón ya había terminado su carrera, llevaba más de un año trabajando como ingeniero y tenía un buen puesto y buen salario. Gonzalo había tenido un segundo ascenso y se mantenía en la misma fábrica.

Por otra parte la tienda de Zamir iba a tope, con dos ampliaciones a locales aledaños había tenido que emplear a una chica y un chico, nacidos en España pero de ascendencia árabe. Simón seguía transportando mercancías pero ya había terminado de pagar su camión.

Muchas veces Simón tenía que ir a la fábrica donde trabajaba Gonzalo. A veces a dejar materias primas y otras a cargar producto terminado. Habían conversado muchas veces, pero poco más allá de temas referentes a la carga y descarga.

Esta vez llega Simón con su camión como estaba planeado, a recoger la mercancía, pero al llegar, Gonzalo le explica que había habido un problema grande en el empaquetamiento final, una rotura de maquinaria, y que no se podría cargar el camión hasta el siguiente día.

• Simón: “¡Cojones tío!, si lo llego a saber no me acerco”
• Gonzalo: “Es que fue algo de casi ahora mismo, cuando hablamos todo estaba bien, lo siento macho”
• Simón: “Bueno… ¿crees que podría dejar el camión aquí hasta mañana?”
• Gonzalo: “Sí, por supuesto y lo puedes dejar dentro, en la zona de carga, serás el primero que cargaremos cuando todo se arregle”
• Simón: “Perfecto, me marcho entonces, ¿hay una estación de metro cerca no?”
• Gonzalo: “Bueno sí, pero no tan cerca, es mejor que cojas un tren de cercanías, es más rápido”
• Simón: “Vale, aunque en realidad prisa no tengo ninguna”
• Gonzalo (después de unos segundos de titubeo): “Pues si no tienes prisa te invito a unas cervezas, y así te compenso haber venido por gusto”
• Simón: “Vale, la verdad que tengo sed y hay calor, unas cervecitas frías me vendrían muy bien”

Se fueron a un bar cercano, empezaron con una ronda y siguieron con más. Simón por supuesto se negó a que todas las pagara Gonzalo. Con el alcohol empezaron a relajarse, al camionero ya ni le importaba no haber cargado y hasta se alegraba de conocer más a este tío con el que había hablado tantas veces sin prácticamente conocer nada de él.

• Gonzalo: “¿Bueno y la parienta no te va a decir nada cuando te sienta olor a alcohol al llegar a casa?”
• Simón: “No hay parienta tío… ¡qué va!... estuve casado y tengo un hijo, pero me divorcié hace tiempo… cojones y no me hables de eso, que aquello era una desgracia, yo con el camión y llegar a casa a recibir protestas, peleas y mala cara… la verdad es no quiero rollos con mujeres, siempre te quieren controlar… ¿y tú no estás casado?”
• Gonzalo: “Lo estuve y fue también hace tiempo, a diferencia no tuvimos hijos… pero terminamos por otros motivos… bueno más bien fue ella quien terminó conmigo… me cogió pegándole los cuernos en plena faena”
• Simón: “¡Cojones! ¿la habrás pasado mal no?”
• Gonzalo: “Sí, mucho, y más en un pueblo como en el que vivía, por eso me mudé para acá”
• Simón: “No creo que serías el único que descubrieran con otra mujer, sea donde fuera que vivías”
• Gonzalo: “No es sólo eso… o no es eso… bueno… mira, te lo voy a contar todo porque en definitiva a estas alturas que más me da… no fue con una chica, fue con un chico… y bastante más joven que yo… me gustan jovencitos… y nada tuve que salir casi huyendo del pueblo”
• Simón: “¡Cojones!”
• Gonzalo: “Oye tío, si ahora que te he dicho lo que te he dicho no quieres seguir, lo entiendo perfectamente, pago esta ronda y nos piramos”
• Simón: “No, no… y menos irnos ahora que te has sincerado conmigo… no tengo esos prejuicios pero además me siento casi obligado a contarte sobre mí”
• Gonzalo: “No te tienes que sentir obligado a nada, yo hablé porque me salió de los huevos, como te dije porque ya me da lo mismo”
• Simón: “Pero soy yo quien te quiere contar sobre mí… mira siempre he sido bisexual o más bien siempre fui bisexual… antes y durante mi matrimonio cuando salía con el camión me follaba a chicos, era más fácil que buscarse tías… pero ahora mismo ya no follo con tías, me pasa algo parecido a ti, son un rollo, son muy difíciles… por eso te precisé que FUI bisexual, ahora estoy más que satisfecho con mi chico”
• Gonzalo: “¿Vives con un chico?”
• Simón: “Sí, fue una cosa no planificada, diría que empezó al revés… te cuento… Zamir es un chico árabe, me topé con él en Ceuta y me pidió que le ayudara a llegar a la península, es absolutamente masculino y ni me imaginé que pudiera ser… bueno el asunto es que lo pasé en el ferri con la carga de mi camión y luego al salir del puerto de Algeciras me dio lastima y le propuse que se pasara unos día en casa… es guapísimo y fue él quien enseguida determinó hacerlo todo o casi todo en casa… el asunto fue que un día me preguntó si le quedaban bien unos calzoncillos, no me pude aguantar y le di una nalgada… ya sabes tampoco es que una nalgada no se la dé un tío a otro cuando hay confianza… pero le asombró y cuando vi su cara me disculpé… y para mi sorpresa me dijo que no le había molestado, que aunque le había sorprendido le había gustado… te imaginarás eso fue el detonante y me lo follé, además lo desvirgué, allá en su país ni siquiera se había atrevido a mamar”
• Gonzalo: “Hombre tu historia es incluso novelesca y ese chico te debe mucho… mi historia no es tan romántica, lo mío comenzó como te dije, salí huyendo del pueblo y me conseguí enseguida un trabajo aquí en esta misma fábrica, bueno de categoría inferior a la que ahora tengo. El asunto era que necesitaba hospedaje urgente y un conocido me dijo que había un chico buscando un estudiante como compañero de piso, yo por supuesto no era estudiante pero me lancé, lo más que podía pasar es que me dijera que no, pero increíblemente resultó que me aceptó. Él acababa también de llegar de su pueblo… eso fue unas semanas antes de que empezara en la universidad. En fin que pronto entramos en mucha confianza, y yo soy como soy, siempre le hacía bromas pesadas y tal… él se reía, le gustaba… tiene tremendas nalgas y un día que le vi desnudo y le alabé el culazo que tenía, él se rio como una broma más… pero me dio por decirle que estaría mejor sin pelos… mi sorpresa fue al otro día cuando llegué, se había rasurado nalgas y piernas, y después cuerpo completo excepto brazos… aún así me hacía dudar, se comportaba muy masculino, incluso algo tosco… al otro día llego y para seguir la broma le regalo un tanga… no sabía cómo se lo tomaría pero para mi asombro se quitó la ropa ahí mismo en el salón, se la puso, se miró en el espejo y me preguntó si me gustaba… y nada, ese mismo día lo desvirgué como tú a tu chico. También hace las cosas de la casa, por lo que me has contado quizás no tanto como Zamir pero vaya que claramente está claro quién es quién… y te cuento más, soy un poco mano suelta y a Ramón eso resultó gustarle mucho”
• Simón: “¡Qué par de hijos de putas somos!”
• Gonzalo (riendo): “Bueno yo más que tú… a ti en realidad se nota que eres muy buena persona, le has resuelto la vida a ese muchacho”

Después de un par de rondas más dieron lo dieron por terminado y se marcharon.