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Nuevo en el pueblo (PARTE 1)

Escrito por: globalmind

Siempre había vivido en la ciudad pero a mi padre lo trasladaron a un pueblo cercano cuando yo tenía 18 años. No estaba muy contento con la noticia pues significaba alejarme de mis amigos, sin embargo decidí ponerle buena energía al cambio e intentar formar una vida en el nuevo lugar.

El primer fin de semana allí, tomé la decisión de salir al parque para intentar conocer algunas personas. Soy tímido y me cuesta hablarle a la gente que no conozco. Había varios grupos en el parque, uno de esos eran cuatro hombres de entre 25 y 30 años, según calculé. De vez en cuando alguien se acercaba a ellos, hablaban un poco y se generaba una transacción. Quien había llegado entregaba un dinero y obtenía un pequeño paquete. Yo estaba sentado solo en una banca a unos 15 metros de ellos. Uno de los hombres me miró fijamente a los ojos, me sentí nervioso y creo que me sonrojé; le dijo algo a sus compañeros y todos voltearon a verme. Quien me había visto primero se acercó a mí y me dijo:

-Quiubo pelao!, ¿Es nuevo en el pueblo?- preguntó mientras pasaba una mano por encima de mi cuello como abrazándome.

En medio de mis nervios respondí positivamente cuando de repente llegaron varias motos con policías y los cuatro hombres salieron a correr. Me asusté pero me quedé en donde estaba. Tres lograron huir, incluido quien me había hablado; otro fue alcanzado y los policías lo esposaron con las manos en la espalda, lo subieron a una moto y se fueron. Luego se acercaron a mí y sin mediar palabras me esposaron, me subieron a una moto conducida por uno de ellos y me llevaron a la estación. Al llegar revisaron un morral pequeño que yo llevaba en la espalda, solo llevaba una chaqueta impermeable y una sombrilla que había llevado en caso que lloviera. Pero al abrirla, los policías sacaron una bolsa que desconocí pero en la que pude ver paqueticos como los que había visto que los cuatro hombres entregaban a quienes les entregaban dinero. Uno de los policías dijo:

-Al parecer la banda tiene un nuevo integrante, esto se le va a ir hondo- dijo, sin saber que lo que decía terminaría siendo literal. Paso seguido, me metieron en una celda junto con el otro que habían apresado.

Al entrar e irse los policías, el hombre me dijo: -Mijo, así son las cosas, para la policía usted es ahora parte de nuestra banda de expendedores de drogas, pero solo a usted le encontraron mercancía- dijo mientras yo analizaba que quien me había abrazado debió aprovechar el momento para introducir hábilmente la droga en mi morral.

-A mí me tienen que dejar salir mañana por no haberme encontrado nada pero a usted lo pueden ir judicializando, sin embargo, estos pillos policías seguramente van a querer hacer un trato con usted primero y esto es lo que usted va a hacer. Usted tiene cara de machito, no creo que nunca lo hayan clavado, pero eso estoy seguro que va a cambiar hoy y usted se va a dejar dar verga de estos manes, después ellos le devolverán la mercancía y lo dejarán ir. Usted llevará la bolsa mañana a la estación del tren a las 7pm. Si falta un solo gramo de cualquier cosa a usted le va a ir muy mal- terminó diciendo, mientras escupía en el suelo y agregó una pregunta: -ahora dígame ¿Acerté al decir que su culo es virgen?-.

A mis 18 años, había tenido sexo solamente dos veces, con una misma chica pero no me resultó del todo satisfactorio, muy en mi interior, yo sabía que me atraían los hombres y una vez tuve sexo oral con un compañero del barrio en donde vivía en la ciudad. Ambos nos mamamos las vergas y ambos nos corrimos al final sobre las baldosas del suelo.

-Conteste mijo que le hice una pregunta- dijo el hombre.

-Sí, tiene razón, nunca he tenido ningún encuentro con un hombre- mentí y agregué: -Y no voy a hacer lo que me acaba de decir. Esa mercancía no es mía y eso es lo que voy a decirles a los policías, puedo identificarlos a ustedes cuatro y a tres de las personas que les compraron desde que yo llegué así que por nada del mundo voy a recuperarles sus drogas-

El tipo había parecido calmado todo el tiempo pero al escucharme decir eso, toda su expresión corporal y facial cambió repentinamente, se acercó a mí y me agarró del cuello empujándome hacia las rejas de la celda en la que nos encontrábamos y que separaban esta, de la celda siguiente en donde se encontraban dos hombres que habían escuchado toda la conversación.

-Va a tocar entonces molerlo a golpes o a verga o ambas cosas, maricón- dijo mientras me daba vuelta contra la reja, agarraba las nalgas y les hablaba a los dos tipos de la otra celda para que me agarraran los brazos y me los jalaran y así lo hicieron.

-Y cuando salga, no solo se las verá conmigo, sino con mis tres amigos también y no vamos a dejarle un solo hueso completo puta de mierda.- me amenazó. No pude moverme mientras este cabrón me soltaba el cinturón, abría mi pantalón y me lo bajaba hasta los tobillos. Instintivamente grité pidiendo auxilio y éste me dio un puño en la espalda, pero yo seguí gritando. A los pocos segundos llegaron dos policías y uno de ellos le ordenó soltarme.

-Qué pasa poli, se lo estoy preparando para el interrogatorio- dijo el tipo mientras los otros dos me soltaban.

Los policías no dijeron más, abrieron la celda y me llevaron a un cuarto pequeño en donde se encontraban dos más de ellos y dieron inicio al interrogatorio.

-Su captura aún no ha sido legalizada, creemos que lo están usando para encubrirse ellos, de ser así, confiese lo que sabe en este momento y no va a tener problemas judiciales-.

Yo les conté todo, tal cual como había sucedido, incluida la parte en la que el tipo de la celda me había dicho que ellos, los policías me violarían para dejarme ir. El mayor de ellos dijo: -Esa parte es obviamente mentira- aseguró mientras miraba con una sonrisa socarrona a los otros tres quienes sonrieron sospechosamente también y continuó: -Nosotros no somos maricones como sí lo son ellos, así que esta es la única opción que tiene usted, escuche con atención. Lo dejaremos ir y le entregaremos la bolsa con la mercancía que traía en su morral y la cual le creemos que no es suya; esto ya lo han intentado ellos antes y estamos desesperados de no poder obtener las pruebas necesarias para atraparlos y judicializarlos. Usted irá mañana al lugar y la hora que le indicaron y les entregará la mercancía, hará lo que ellos le digan y nos traerá información, hemos revisado sus datos a partir de la identificación que traía en su morral y sabemos en donde vive, así es que un oficial de policía vestido de civil irá a su casa y usted le contará todo lo que vio y escuchó mientras estuvo con esos delincuentes. Es la única opción que tiene, pues de lo contrario nos veremos obligados a judicializarlo por lo que encontramos en su morral. Ah, y por último, si le preguntan, dirá que lo violamos-

Tuve que aceptar la oferta, recibí la bolsa llena de paqueticos y me llevaron hasta la esquina de mi casa. Mi papá dormía cuando llegué por lo que nunca se enteró de lo que había sucedido. Al día siguiente, muriéndome de nervios llegué puntual a las 7 a la estación y allí, quien había estado en la celda conmigo se acercó y me condujo a un espacio detrás de la estación. Ya no pasarían más trenes esa noche por lo que el lugar se encontraba sin gente. Les entregué la bolsa a los cuatro y me preguntaron cómo me había ido aguantando las vergas de los policías. Hice una cara de disgusto y les respondí que no iba a contarles nada solo para alimentar su morbo.

-Bueno pelao, fresco, no nos cuente, de todos modos nosotros vamos a comprobar cómo es que le va recibiendo verga- dijo quien había puesto la mercancía en mi morral mientras otros dos me agarraban de los brazos y me empujaban a un cuarto pequeño en donde había una mesa de madera. Me obligaron a poner mi pecho sobre la mesa y empezaron a soltar mi pantalón. Grité pidiendo ayuda y recibí un golpe en la cara, pusieron dentro de mi boca un puñado de papeles sucios que encontraron en el suelo y pasaron una cinta gris fuerte por mi boca y le dieron unas tres vueltas alrededor de mi cabeza. Luego amarraron mis pies a dos de las patas de la mesa y nunca soltaron mis brazos. Supe en ese momento que no tendría escapatoria y que sería violado por esos traficantes. Yo gemía intentando gritar desesperadamente y sentí la verga de alguno sobre mis nalgas.

-Se la voy a hundir sin compasión por haberse portado mal mariconcito- escuché con pavor pero otro empujó al tipo con violencia y le dijo que no fuera tan pasado “con el pelao”. Este puso sus manos en mis nalgas y me las separó y empezó a intentar meter un dedo en mi orificio anal. Yo gritaba de nervios, de humillación y de dolor. Sacaba el dedo, se untaba saliva y volvía a meterlo, al cabo de un eterno minuto introdujo un segundo dedo y repitió la operación varias veces. Cuando cuatro de sus dedos invadían mi anatomía se retiró y le dijo al que había empujado que listo, que yo era todo suyo ahora sí.

Sentí por primera vez en mi vida, cómo una verga de un macho se adentraba en mí hasta lo más profundo que podía, pues sentí sus güevas golpeando las mías. Sentí dolor moderado y el calor de esa carne que traspasaba la mía. Me agarró de la cadera y empezó a bombear salvajemente. Tardó lo que creo fueron unos 10 minutos, tras los cuales empezó a gemir y a embestirme con más fuerza. Sus gemidos eran roncos, clavó sus uñas en mi cadera y sentí cómo un chorro de semen cálido llenaba mis intestinos. Dejó su verga adentro y apoyó su pecho en mi espalda quedando su cara detrás de mi cabeza y dijo: -qué rico haberlo desvirgado puto, me gusta como gime-. Las lágrimas no dejaban de salir de mis ojos y había un pequeño charco sobre la mesa. Durante las embestidas el dolor nunca disminuyó pero adicional a él pude sentir sensaciones placenteras, aunque mi mente estaba en tal estado de nervios y humillación, que en realidad no disfruté de esas sensaciones. Cada segundo fue una pesadilla. Pensé que había sobrevivido a esa salvajada y me tranquilicé un poco pensando que me dejarían ir.

Sacó finalmente su verga de mi culo y sentí cómo un poco de su semen salía y escurría por mi pierna derecha. Los que me sostenían los brazos no los soltaron y empecé a jalar y gemir intentando nuevamente soltarme pero entonces sentí a quien me había dilatado con sus dedos acercarse a mi culo y enterrar en el su verga. Me violó por unos interminables cinco minutos minutos mientras me daba nalgadas y alargaba su mano hasta mi cara para cachetearme. –Tuve la delicadeza de dilatarlo primero, solo para darle como a una puta ahora- dijo mientras todos soltaban carcajadas. Uno de los que me sostenía un brazo lo amarró a la mesa quitó la cinta y los papeles de mi boca amenazándome con golpearme si gritaba. Luego me agarró la cabeza por el pelo diciendo: -Abra la boca maricón y si me muerde, le juro que no sale vivo de aquí- Las lágrimas salían y salían de mis angustiados ojos y sentí una fuerte bofetada en mi mejilla. –Que abra malparido- Gritó.

Lleno de humillación sabiéndome indefenso abrí la boca. Cada fracción de segundo desde que pensé que no tenía opción y que tendría que obedecer esa orden fue denigrante para mi integridad como ser humano. Sentía que estaba en el infierno, siendo sometido como un animal por estos tipos, mis labios empezaron a separarse para cumplir la orden y mi mente revoloteaba pensando en otra opción posible, en jalar más duro, en intentar soltarme pero no pasaba de pensamientos pues rápidamente analizaba que era absurdo e imposible, mi boca empezaba a abrirse y a recibir el sabor salado de las innumerables lágrimas que resbalaban por mis mejillas. –Ábrala más pervertido maricón tragavergas- dijo mientras me abofeteaba de nuevo con mucha fuerza. Entré en pánico y abrí la boca lo más que pude hasta que me dolieron las mandíbulas y las comisuras de los labios. El tipo puso sus manos en mi pelo jalándomelo fuertemente y hundió su verga hasta que sentí sus vellos púbicos en mi cara y sus güevas en mi mentón. Tan rápido como metió su verga en mi boca, la sacó un poco y volvió a empujarla. Agarrándome la cabeza me violó la boca sin compasión alguna y con una rapidez que no me daba tiempo ni de respirar mientras su compañero violaba mi culo. Pensé que quería morir, pensé en mi padre y todo lo que sufriría si yo muriera o si se enterara del infierno en el que me encontraba yo en ese momento.

Mi otro brazo fue amarrado también a la mesa y quien me clavaba derramó su semen en mi interior también. Sacó su verga e inmediatamente el último hundió la suya en mi interior. No solo el dolor físico de ser violado con brutalidad me agobiaba. Saber que eran varios hombres los que me utilizaban como si fuera una puta por la que hubieran pagado, me hundía en la más profunda sensación de humillación. No era uno, ni eran dos, ni tres, sino cuatro hombres mayores que yo que me habían sometido sin yo haber tenido la fuerza suficiente para librarme de ellos. Sentí que mi hombría era pisoteada por estos miserables. El olor de sus sudores y de la verga que tenía en mi boca me hacían sentir sucio y denigrado.

De repente sentí cómo más semen era derramado en mí culo y cómo la verga que estaba en mi boca salía. El tipo se fue a mi parte posterior y me clavó también. Me dolía la nuca por haber aguantado las embestidas en mi boca con mi cabeza levantada. Mientras me clavaba, el primero que me violó, se puso en frente a mi cara y me metió su verga en la boca. Nuevamente era violado por cada uno de mis extremos como si fuera un objeto sin humanidad. Casi al mismo tiempo sentí el cuarto semen regarse en mis intestinos y otro poco en mi garganta y boca. Ese sabor me produjo una arcada fuerte con la que salió la verga de mi boca. El olor del semen invadió mis fosas nasales y el tipo restregó su falo por mi cara.

-Uff, qué delicia de zorra, tenemos nuevo juguete en este aburrido pueblo- Dijo quien me había dilatado el ojete y agregó: -Usted es muy bruto mijo- dijo dirigiéndose a mí mientras soltaba mis piernas de las patas de la mesa. Había mucho semen que escurría por mis piernas y sin darme la oportunidad de limpiarme, subió y abrochó mi pantalón.

-Supimos que hizo un trato con los policías y que le pidieron información. No hay nada de lo que pase en este pueblo, de lo que nosotros no nos enteremos. Por eso recibió este castigo, por faltón, por soplón y por maricón, porque sépalo que desde hoy en adelante, ya no se podrá librar de servirnos como una hembra. A los policías les dirá que escuchó decir que haríamos una entrega importante en la bodega de la fábrica abandonada mañana a las 11:30pm y si se le ocurre desobedecer lo que le acabo de ordenar, no será unas vergas sino unas balas las que le meteremos en su cuerpo-

Mientras hablaba otros me habían soltado uno de los brazos, luego pasaron uno a uno y me escupieron en la cara y se fueron.

Me solté como pude el otro brazo y limpié el semen que tenía en mi cara. Salí del cuartucho ese sintiendo la humedad escurrir por mis piernas y caminé como un ente hasta mi casa. No pensé en nada más que recordar cada momento, cada segundo de lo que me había sucedido, repasaba en mi mente sus palabras, sus olores, sus sabores, las temperaturas de sus vergas, las cachetadas y sobre todo, la humillación, la profunda humillación que no podía lograr que disminuyera.

Llegué finalmente a la casa para encontrar a mi padre durmiendo y me acosté sin comer. Caí dormido casi inmediatamente.

Nuevo en el pueblo (PARTE 1)

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