Reconvertido por mi primo III De camino a mi nuevo hogar

Escrito por: XusitoNovatitoMadrid

Los siguientes días fueron algo confusos, estando preparando maleta, dejando apañada la casa para el tiempo que estaré fuera, despidiéndome de los amigos, de la familia…

El día antes de salir lo dediqué entero a follar con todos los tíos que podría ya que sabía que durante un año era muy probable que no fuera a poder y había que desfogarse un poco. Había quedado con Álvaro para que durmiéramos en mi casa y ya desde allí saldremos al sitio donde iremos, así me aseguro no darle otra sorpresa y se lie más todavía.

Ya por la mañana después de haber desayunado vino Juan a buscarnos en coche, cogí la maleta y nos metimos en el coche. Juan es un amigo que conocí a través de mi primo, es un poco más bajo que yo y está un tanto descuidado físicamente, pero lo compensa su poblada barba negra y su pelo largo por arriba y muy corto por debajo que desde hace tiempo me atrae, pero por cosa de que me rechazara o mi primo se enterara no me he lanzado, aunque suele estar muy presente en mis fantasías.

Durante el trayecto Álvaro hablaba con Juan y a la vez comentaba cosas conmigo:

• Así que vais a pasar el año juntos que bien ¿no?.
• Si, hemos pensado que puede ser una buena oportunidad de pasar una temporada entre primos, ¿verdad Jesús? .
• Claro, siempre he querido poder vivir con él así más divertido.

• Pasé ayer por delante de la casa y la verdad que tiene muy buena pinta, habéis tenido mucha suerte de que os la hayan dejado gratis, si os parece bien me paso alguna vez por allí y nos tomamos algo o vemos alguna cosa.

• Me parece bien, pero avísame a mí cuando te apetezca venir por si estamos liados ese día o algo.

• Vale vale yo aviso no te preocupes, oye Jesús tienes un poco de mala cara ¿te ocurre algo?.

• No estoy bien, son solo los nervios que para cualquier cosa me pongo nervioso no te preocupes.

Al poco ya llegamos a la casa, tenía muy buen aspecto, se la veía grande, con dos o tres pisos, garaje, piscina cubierta y mucho espacio para moverte fuera de la casa. Bajamos las maletas, nos despedimos de Juan y por fin entramos dentro de la casa, me paré un segundo, respiré profundo para aplacar los nervios y me metí dentro. Ya en el interior me encontré con un buen recibidor que conectaba directo con el salón, muy amplio y bien iluminado, con chimenea, un par de sofás enfrente de la televisión. La cocina estaba pegada al recibidor, estaba bien preparada para el alojamiento de personas y con espacio para cocinar sin estar estrecho, todo bien puesto para dar comodidad a quien quiera que esté viviendo allí; Álvaro me llama para que vayamos a mirar el tema de las habitaciones que están en el piso de arriba, cuando llego está parado delante de las habitaciones sin estar metido en ninguna concreta y me comenta: * Bueno aquí están los cuartos, vente y empezamos por esta de aquí y decidimos entre los dos quien se queda cual.

• Vale, tú mandas.

La primera habitación que estaba a la derecha de Álvaro tenía las paredes de color azul grisáceo, tenía una cama ancha que apuntaba hacia una de las ventanas que daba hacia la piscina, un mueble grande, con mucho espacio para poner la ropa y un espacio para poner lo que uno quiera. Nos fuimos a la habitación de al lado que tenía las paredes blancas, un par de cuadros, una cama larga para una persona igual que la del otro cuarto, un armario un poco más pequeño y una puerta que daba a un pequeño baño que solo se puede acceder desde el dormitorio, ya habiendo hecho las revisiones empezamos a ponernos de acuerdo la distribución:

• Yo me voy a quedar con esta última, que para mis cosas me va a venir muy bien y tú para tus entrenamientos te conviene mejor la primera ¿vale primito?.

• Está bien, si tú lo dices que así sea, eres el que más sabe de todo esto.

• Claro tío todo por comodidad de ambos.

• Súbete tus cosas mientras yo voy colocando las mías, luego vente a mi dormitorio que tengo que hablar contigo.

• ¿De qué quieres hablar?, puedes decírmelo ahora.

• Que no, que luego de verdad, hazme caso.

Le hice caso y me subí la maleta que llevaba un tanto ligera la verdad, como teóricamente mi vestuario no iba a ser muy amplio había metido lo justo para alguna emergencia, un par de camisetas, un pantalón y varios gayumbos que eso sí que me haría falta. Habiendo guardado las cosas en el armario dejé mis cosas de aseo en el baño y me fui a ver a Álvaro para ver qué quería decirme.